miércoles, 14 de diciembre de 2011

Un contable neonazi mata a dos senegaleses en Florencia

La barbarie del racismo asesino volvió a aparecer ayer en Italia, tras el ataque a un asentamiento gitano en Turín el sábado. También asomó el negro rastro del fascismo, siempre latente en el país que lo inventó. Fue en pleno centro turístico de Florencia, a 200 metros de cumbres de la civilización como el Duomo. Un simple contable de 50 años, Gianluca Casseri, con un lado oscuro de ideas neonazis, escritor de fantasías esotéricas, resultó ser un Breivik italiano. Casseri irrumpió a tiros al mediodía con una Magnum 357 Smith & Wesson en un mercadillo de senegaleses de la ciudad. Mató a dos e hirió gravemente a otro. Huyó en su coche y a las dos horas reapareció en otro mercado del centro, en la plaza de San Lorenzo, donde hirió a otros dos senegaleses, que anoche seguían en estado grave. Tras sembrar el pánico, volvió a su vehículo, aparcado en un garaje público, y al ver a la Policía se pegó un tiro.


Este hombre, que llevaba poco tiempo en Florencia y siempre había residido en un pueblo de los Apeninos, vivía en dos planos paralelos, según reflejan sus escritos. En una realidad aburrida y en un demencial mundo interior. Parecía alguien normal, pero su trágica catarsis en la vida real habría empezado con una discusión en Piazza Dalmazia con unos vendedores africanos. Volvió al cabo de un rato y dejó su Volkswagen Polo blanco en doble fila. Entonces sacó el arma y disparó contra ellos. Al irse un quiosquero le salió al paso pero él le apuntó y dijo, según testigos: «Si fuera tú no lo intentaría». A las tres reapareció en pleno centro, pistola en mano, a la búsqueda de africanos y terminó su jornada de horror. La masacre desató una ola de dolor en la comunidad senegalesa de la ciudad, que improvisó una marcha de protesta con momentos de tensión. «Italia racista» o «Malditos italianos» fueron algunas consignas. Autoridades municipales acudieron a su encuentro y calmaron los ánimos. El alcalde decretó el luto. El resentimiento llegó a tal punto entre los africanos que no se creían que el asesino había muerto y la Policía aceptó llevar a un representante de la comunidad a ver el cadáver con sus propios ojos.

El rostro de la locura

¿Quién era este loco? Casseri frecuentaba el centro de extrema derecha Casa Pound en Pistoia, organización controvertida, muy activa y con sedes en toda Italia. Son «fascistas del tercer milenio», pero ayer repetían en su web que «la xenofobia no está en nuestro ADN». Un portavoz, que describió a Casseri como alguien «muy cerrado», aseguró que solo era un «simpatizante». Dijo que no pueden pedir «un certificado de salud mental» a todos los que van por allí. No obstante, Casseri escribía en su web sobre Romualdi, teórico neonazi, daba lecciones sobre cómics y había sido identificado en dos manifestaciones no autorizadas.
 
 

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