lunes, 1 de marzo de 2010

EL ASESINATO DE LUCRECIA PÉREZ



Lucrecia salió de la República Dominicana hacia España a cambio de medio millón de pesetas. No pudo despedirse de los suyos ya que embarcó un día antes de lo previsto.
En Madrid consiguió un trabajo en una casa, donde duró veinte días, pero la dueña la despidió debido a que no sabía manejar la lavadora, además los dolores de cabeza que sufría le impedían trabajar.


En una plaza del distrito de Aravaca, muchos dominicanos se juntaban de vez en cuando. Muchos eran de su pueblo natal. Así que era un punto de encuentro para relacionarse y seguir en contacto con los tuyos y con su tierra de alguna forma.

Como todas las noches dormía en una discoteca abandonada, la Four Roses. Donde antes bailaba la gente guapa de Madrid, ya solo quedaban cascotes, pero eso sí, un techo también. Lo hacía junto a 80 o 100 personas, al parecer la solidaridad cristiana en ese momento no funcionaba. (Se entenderá mas tarde).

Allí fue asesinada.
En otro lugar, en la plaza de los Cubos, junto a Plaza España, Boneheads, que no Skinhead, se reunían como cada tarde desde hacía mucho tiempo. Habían estado bebiendo y fumando, como todos sabemos esto es raro que lo hagan ya que beber y fumar en la calle sólo lo hacen la escoria, pero esto no justifica su actuación, al contrario. El instinto asesino que recorre la mente del nazi salió a flote.

Decidieron ir a dar un escarmiento, a limpiar aquella zona de sudacas...
El 13 de noviembre, Luis Javier, Felipe y Víctor asesinaron a Lucrecia de dos tiros e hirieron a Cesar Augusto Vargas de 36 años en la pierna, la cuarta bala quedó en la pared de la discoteca.
Con dos balas de 9mm Parabellum terminó la vida de Lucrecia.

Los asesinos, cobardes asesinos, huyeron del lugar en su coche, que previamente habían utilizado para llegar hasta allí. Se saltaron dos semáforos en rojo, cuando una patrulla municipal les paró. Luis Merino se identificó como guardia civil, y no pasó nada.
Catorce días después fueron detenidos. En la declaración lo confesaron todo, uno de los menores de edad comentó que Merino dijo orgulloso:

“Se han comido tres plomos como tres chuletas de cordero. Que se los repartan como puedan”.

Estos cerdos como siempre saben muy bien lo que tienen que hacer. En la entrevista realizada por Jesús Quintero, periodista, el asesino comentó:

“Por lo que he oído tenía que ser una excelente persona. Buena madre, buena esposa… Había venido a España a buscarse la vida y encontró una muerte muy horrorosa”.

Merino había sido condenado a 54 años de cárcel por el asesinato y el asesinato frustrado de César Augusto Vargas. Hoy día todavía sigue cumpliendo condena en Alcalá-Meco. Está en régimen de segundo grado. Sus compinches, que no apretaron el gatillo, pero su minoría de edad en el momento no hace que sean menos culpables, fueron condenados a 24 años de cárcel, sólo cumplieron 6 años y medio.

Durante aquel tiempo, los dominicanos que vivían en aquella zona habían tenido ningún problema de convivencia.
Grupos fascistas hacían pintadas xenófobas, y los carteles con mensajes racistas poblaban las paredes. Parecía que los colectivos antirracistas veían un problema donde no lo había, nadie les hizo caso. Al igual que los miles de avisos, y la lucha que se mantenía frente a los nazis de la plaza de los cubos, caía en saco roto. Nadie atendía las peticiones de actuar ante el racismo y el fascismo que crecía en aquel lugar. El lugar donde creció un asesino, el lugar desde donde se planeó más de una paliza, más de una puñalada, más de una muerte.

Cuando murió Lucrecia la Conferencia Episcopal, siempre a tiempo, llamó a la solidaridad cristiana. Pareció que aquellos pobres no eran cristianos en vida, pero sí a la hora de su muerte. Cuantas veces no se les rechazó por su condición…
Numerosos políticos exigieron medidas contra el racismo y el Gobierno ordenó intensificar la vigilancia contra grupos radicales, xenófobos y ultraderechistas, pero parece ser que la ley fue menguando. Y que estos comprendieron que si aceptan el juego democrático ya todo lo tienen hecho.
Al parecer Lucrecia sin querer despertó a la sociedad española que vivía algo “nuevo”, 12.000 madrileños se manifestaron contra el racismo y la xenofobia. En Valencia, Zaragoza o Barcelona también la sociedad se concentró.

Pero lo triste es que siempre tengamos que esperar a un asesinato para unirnos. Esperamos a que mataran a Lucrecia, a Guillem, a Carlos y nos quedamos parados ante los asesinatos neo nazis en Rusia.

Sabemos que miles de personas luchan día tras día, pero la gran mayoría de la sociedad borra estos asesinatos de su recuerdo. Y es algo que no se puede tolerar.
Lucrecia nunca morirá, porque en cuanto mueran Lucrecia, Guillem, Carlos o Ivan, asesinarán a otro.

El nazismo es asesino, es asesino desde su creación, es asesino en su evolución y es asesino hoy día.
Los neonazis, fascistas, son asesinos en potencia, el odia hacia todo lo diferente los hace asesinos, incluso antes de matar. Muchos de ellos pertenecen a cuerpos de élite, y otros se entrenan constantemente para la lucha. Una lucha que practican, no en un campo de batalla, sino en las calles y barrios de nuestras ciudades atacando a cualquier persona non grata. Eso sí en grupos. Y como vimos en Madrid no hace mucho, en grupos y escondidos en coches.

Dan la paliza, apuñalan, disparan y huyen.

Quien sabe si la hija de Lucrecia, que desea venir a España, igual que la familia de su padre, no tendrán un encontronazo con alguno de estos neonazis. Verá su hija esas pintadas que vio el hermano de Lucrecia en las que ponía: “Lucrecia jódete”.
Qué pasará si vuelve a ser de Democracia Nacional o su entorno, qué pasara si es del MPS, ESP2000, MSR, FE-JONS o cualquier otro grupo fascista. Volverán en televisión a denominarlo pelea entre bandas, volverán a inculpar a la inmigración como el foco de todo conflicto social.

¿Volveremos a olvidar?
Información sacada de:

La república, página de colectivo.
El país, periódico estatal. Archivo.

Esta es una información recopilada por RASH Granada para que se difunda y Lucrecia Pérez y su familia no caigan nunca en el olvido, al igual que tantos inmigrantes asesinados por el racismo, fascismo y capitalismo.
A aquellos que un día decidieron venir a España y perdieron la vida en las costas del Estrecho de Gibraltar, en las calles de nuestras ciudades, y en sus trabajos.
Además para que los nombres de los asesinos, y su entorno, igual de culpable que ellos, no se pierdan entre la impunidad fascista a la que nos acostumbra la democracia y así algún día se hará justicia real.

RACISMO NUNCA MÁS

SKINHEAD ANTIRRACISTAS

No hay comentarios:

Publicar un comentario